Santiago, martes 20 de octubre de 2020.
La socia advisory-forensic & sustainability en KPMG, Tamara Agnic, fue la encargada de desarrollar este tema para los ingenieros comerciales y estudiantes de esta carrera de la Facultad de Administración y Economía de la USACH.
El pasado jueves 15 de octubre se realizó la charla, vía zoom, de la experta en compliance, prevención de delitos y anticorrupción, Tamara Agnic, denominada "La ética corporativa e integridad institucional", en el marco de los Café Alumni, que realiza semanalmente el Departamento de Administración de la FAE USACH.
En la oportunidad, la profesional y egresada de la carrera de Ingeniería Comercial de esta casa de estudios, comenzó su alocución mostrando el mapa de la corrupción hoy día en el mundo. Indicó que este es un esfuerzo que hace Transparencia Internacional todos los años, para medir cuál es la percepción de corrupción que existe a nivel global. "Este esfuerzo es un indicador de que ningún país está libre de este flagelo. Existen algunos menos corruptos, pero no están exentos", sentenció Agnic.
La miembro del Círculo de Honor de Ingeniería Comercial mención Administración de la FAE USACH, señaló que aún no se ha inventado una fórmula que permita acabar con este flagelo que le hace tanto daño a la institucionalidad y a las democracias. "Otra mala noticia es que este trabajo sólo mide la percepción de corrupción en el ámbito público, y por todos es sabido que la corrupción también afecta al ámbito privado. De todos modos, cumple un rol muy significativo en la profundización de este flagelo", agregó.
A du juicio, y para entender bien y aplicar los antídotos necesarios y combatir la corrupción, es muy importante tener presente que ésta, no es un fenómeno que aparezca espontáneamente en los gobiernos o en otras instituciones, sino que tiene raíces en la sociedad.
"La corrupción es un grave problema social, político, legal, económico y ético, que afecta y debe preocupar tanto a instituciones públicas como privadas. Además, es el resultado de un deterioro en las cualidades morales de una sociedad, que así se ve más propensa a quebrar reglas éticas en la búsqueda de beneficios personales", aseveró la profesional.
A su parecer, Agnic señala que difícilmente se podría dar un Estado corrupto dentro de una sociedad de altos valores éticos y que para que exista un acto corrupto deben conjugarse el accionar de dos actores: el corruptor y el corrompido. "A pesar de la magnitud del problema, persiste cierta indiferencia en el ámbito privado, al considerar que la corrupción no les afecta de forma directa, por lo que no dedican esfuerzos suficientes por contrarrestarla", añadió, y además, agregó que "todos somos buenas personas hasta que dejamos de serlo porque nos vemos enfrentados a un incentivo incorrecto o a una situación que nos empuje a sacar una parte oscura".
A pesar de esta problemática, prosiguió la experta, todavía no se despliegan todos los esfuerzos necesarios para contrarrestar esta pérdida de confianza a la que nos lleva la percepción de la existencia de mayor corrupción en nuestro país. "Todavía nos quedamos con el slogan de que son los políticos los corruptos y no nos hemos hecho la pregunta qué tan vulnerable es la empresa en la que trabajo o yo mismo frente a determinado incentivo", puntualizó Agnic.
A continuación, Agnic dio a conocer los resultados de una encuesta de la Fundación Generación Empresarial, que se dedica a temas de integridad corporativa, la que refleja lo que sucede en la sociedad antes estos temas. "El año 2017, cuando ya se había hecho muy presente el escándalo de Penta, de las platas políticas, SQM, La Polar, entre otras, esta fundación realizó una encuesta para medir el nivel de riesgo que las empresas observan de verse involucradas en hechos que impactan negativamente en su reputación. "Se les preguntó, después de varias irregularidades, que nivel de riesgo consideraban corrían las empresas chilenas de verse involucradas en hechos que impacten negativamente su reputación, legitimidad o confianza. El 60% dijo que el riesgo es mediano, el 35% señaló que era alto, y sólo un 5% dice que el riesgo no podría afectarles", expresó.
Esto quiere decir, a juicio de Agnic, que la mayoría de los encuestados está diciendo que, si una empresa "mete la pata", terminan todas "pagando los platos rotos" por el mal comportamiento que tienen unas pocas. "Frente a estos resultados, yo diría que todas las empresas deberían estar muy preocupadas de adoptar los sistemas necesarios que les permitan protegerse de estos riesgos que podrían impactar negativamente en su reputación", dijo la ingeniera comercial.
Además, Tamara Agnic, indicó que sólo el 8% del empresariado identifica en su firma riesgo alto de afrontar episodios que impacten su reputación. "Vemos que todos los otros pueden verse tentados por una situación que los lleve a saltarse las reglas, menos yo, que soy una buena persona y mi empresa, en la que también trabajan sólo buenas personas", concluyó la profesional.
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